En occidente se concibe el progreso como un proceso lineal o continuo y ascendente, es decir el progreso no se detiene, siempre vamos mejorando y la etapa actual siempre va a ser superior a la etapa previa.
Así surgen una perspectiva interesante para conseguir el progreso, el utilitarismo, es decir, progresamos a la medida en que somos más felices y tenemos el tiempo de disfrutar experiencias placenteras y la posesión de bienes materiales. Implantando la falsa sensación de felicidad, podemos obviar las religiones y reemplazarlas por la fe en la ciencia, que gracias a esta es que es posible nuestra felicidad.
“No tendrás nada y serás feliz” es el eslogan de la Agenda 2030, cuya fachada son 17 objetivos que a primera vista son magníficos, pero ocultan una realidad macabra. Tales objetivos son impulsados por organismos supranacionales (ONU, FEM, UNICEF, OMS, entre otros) para seguir por la senda del tan apreciado progreso, sin embargo, todo se desmorona cuando revisas que los principales financistas de esta agenda, nuevamente, son los mismos de siempre. No es casualidad, que, siguiendo la ruta del dinero, se descubra qué tan profunda es “la madriguera del conejo”.
Empresas como Google, ha realizado estudios que, una vez alcanzado un desarrollo tecnológico tan acelerado, que sea humanamente imposible de resistirlo, debemos transicionar a un tipo de “seres digitales”, y no bromeo para nada, lo que se quiere desarrollar es la tecnología para lograr “vaciar” nuestras conciencias a un servidor en la nube. Los documentos oficiales de Google que explica esto, son aterradores.
Pero no vayamos tan lejos en el futuro, la idea que tengo sobre el socialismo algorítmico (no sé si alguien haya desarrollado este concepto antes) es que apoyado en la tecnología, la idea de progreso será impuesta a cada ser humano y quienes no la acepten serán excluidos del sistema, e inevitablemente perecerán.
Y veo muchas características del socialismo que ahora son posibles gracias a las tecnologías convergentes, como inteligencia artificial, big data, blockchain, computación cuántica, etc.
Al utilizar tales tecnologías para el mal, se podría lograr la sociedad que Marx alguna vez soñó, igualdad económica (con una inteligencia artificial conectada a una CBDC es muy fácil de lograr), inexistencia de la propiedad privada (las mega corporaciones pondrán en alquiler todo lo que necesites), redistribución del ingreso (una CBDC es programable, si ganas más de lo permitido, el sistema lo ajustará automáticamente), economía centralizada (no existirá otra moneda que no sea la CBDC), colectivismo (es preferible el bienestar del colectivo que el de los individuos, lo que pasó en 2021 fue una prueba sobre este punto), control de los medios de producción (los dueños de las megacorporaciones son “dueños” de presidentes, así que da igual si los medios de producción son estatales o privados); y aún podemos entrar más a fondo y a detalle, pero será para otra oportunidad.